viernes, 21 de julio de 2017

Quizá hay lugares a los que no se debería volver. Los visitaste tiempo atrás, guardas un recuerdo de cómo eran, de cómo eras tú cuando estuviste en ellos, y al regresar te das cuenta de que todo ha cambiado. El lugar. Tú. La nostalgia es una pésima compañera de viaje. Te distrae de nuevo. Te arrastra a lo conocido. Y una vez allí te susurra con malicia: «¿Te das cuenta? Nada permanece».

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